Ejercicios 1: Los discípulos


La pequeña botella redonda. Una pequeñísima base como de copa y un cuello angosto. El centro es una esfera; está llena hasta la mitad. Dos manchas de luz la decoran, marcan los vértices de una línea transversal e imaginaria. La línea está ausente, desde ya. Las dos manchas son sus indicios. Una, en la parte superior de la esfera; la otra, simétricamente ubicada en la parte inferior. La esfera de cristal refracta una luz que ilumina sólo una franja de un todo que se hunde en la penumbra. El resto de la botella es oscuro y sus contornos se adivinan más que verse, se los traga la oscuridad que domina en los márgenes. La luminosa mancha inferior, en combinación con el agua y el cristal, forma un reflejo que rodea la base de la copa. Un círculo contenido en un semicírculo, contorneado por otro semicírculo oscuro que resalta el reflejo sobre el fondo blanco de un mantel. La botella como copa. Podría ser también lámpara de aceite pero es indefectiblemente botella. Y lo es con la misma seguridad con la que todo lo que hay en esta escena es lo que es y no otra cosa.
Otros elementos en la mesa preparada para la cena: el elemento que condensa la preciada y escurridiza luz es esa esfera. Detención de la percepción en ese instante congelado y eterno. Tiempo detenido. La mesa con comida y los tres discípulos que han dejado de moverse en el instante supremo del movimiento. Los brazos extendidos del que está a la derecha, marcando una perspectiva subjetiva. En el centro, él mira hacia abajo, ojos semicerrados, y la mano alzada que señala más acá. A la izquierda los otros dos: uno de espaldas en forzoso ademán de levantarse de la silla, las manos en los bordes, el cuerpo preparado para la acción que no sucederá. El último parado a la diestra. Mira siempre en la misma dirección, buscando y rebuscando en el instante sin tiempo algún significado de lo que podría estar por sueceder. Los rostros perfectamente humanos, demasiado. Tan verosímiles como la luz y las sombras, como las uvas y la botella.
El óleo hace al tiempo relativo: rompe la sucesión y establece el instante absoluto. Imposibilidad del movimiento o cómo el arte construye eternidad; o cómo el arte mimetiza mucho más que la expresión de cuatro cuerpos presos; o cómo el tiempo es solo eso.

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