La heladería de mi barrio

Hola, ¿qué tal? ¿cómo estás? Estaba pensando en qué escribir acá, veo un espacio en blanco y ya me agarra que quiero rellenarlo. Entonces me acordé de que no te conté por qué no puedo ir más a tomar helado a la heladería de mi barrio que hace uno de los mejores helados que probé, dicho sea de paso.
La cosa fue más o menos así. Ese miércoles era mi cumpleaños y había decidido no festejar pero algunas amigas me sugirieron acercarse a donde fuera que yo hubiera decidido salir a comer. Y no tuve mejor idea que decirles "La casa del queso", porque me gustan las picadas y porque en ese lugar, si es tu cumple, no pagás. Sonaba bien y andaba bien, ya habíamos ido con I. para su cumple en septiembre y todo muy bueno, muy conveniente. Pero esa noche algo pasó, algo horrible del tipo "vos sí que suerte, lo que se dice suerte, no vas a tener", una de esas noches cruzadas como la puta madre que las parió que parecen estar ahi para decirte que no sos especial, que no (bueno no era para tanto pero). La cosa es que tardaron 45 minutos en traer una picada magra y carísima, regada con una cerveza artesanal que media hora antes habíamos tenido que devolver porque estaba rancia y una tapita de queso con miel que vino sin miel y tardó 20 minutos en ser reemplazada por una con miel. Pasamos hambre, nos salió $50 por cabeza y salimos de ahí con una moto tan grande que se me ocurrió invitarlos a todos a caminar unas 7 cuadras hasta Rivadavia, a la heladería de mi barrio, para evitar esperar otra hora un postre caro y malo.
Cuando llegamos se ve que estaban empezando a cerrar pero me cobraron los 5 helados con tarjeta por adelantado. Llegado el momento de pedir los sabores, a una de mis amigas el nada amable heladero empezó a contestarle "ese gusto ya lo guardé". Y ahí fue que me calenté de verdad y se lo dije al heladero y al encargado que decidió meterese a defenderlo. Porque, vamos encargado de la heladería de Rivadavia, yo te concedo que venía medio calentita pero vos concedeme que no hay necesidad de ser tan grosero con las chicas. Le dije "ah bueno, pero si me vas a decir a casi todos los gustos que no entonces me lo hubieras aclarado de entrada antes de cobrarme sesenta pesos de helados". El encargado, por supuesto, me contestó mal algo así como que no me quejara que algo había aun para elegir y después, re calentito, decidió solo, sin que yo se lo pidiera, devolverme la plata de mi helado y el de I, que también se negó comer. Las caras de mis amigas eran impagables, habrán pensado que finalmente enloquecí o algo. De cualquier modo fueron discretas, no me dijeron nada. Y mientras estábamos sentados en la vereda de la heladería el encargado hacía gestos que yo podía ver con toda claridad a través del transparente vidrio refiréndose a mí como "la loca". En fin, por eso ahora, si no quiero comer helado escupido, mejor ni voy.
Y pienso que hay un momento de la vida en que a algunas chicas nos empiezan a decir "señora" y nos empezams a parecer cada vez más a esas señoras que se quejan cuando las atienden mal y que nos avergonzaban cuando éramos adolescentes. Y que sí, es así tan así como que afuera llueve y se despeja a cada rato.

8 Response to "La heladería de mi barrio"

  1. carla says:

    què mal
    pero ceci, las señoras no escuchan tanto rock

    C.E says:

    Ja, es cierto. Pero se ve que el envase dice "añejo" cada vez más, eh?

    Tani says:

    (no se si es el lugar propicio pero no tengo otro medio) Fui alumna tuya del CBC, quiero hacerte algunas consultas sobre Letras, podra ser? tanirena@hotmail.com

    carla says:

    pero eso le pasa hasta a lxs mejorxs
    http://tinyurl.com/4o2mvp8

    C.E says:

    Ajajaja, gracias querida Carla, eso me levanta, posta.

    Tania escribime al mail que aparece en mi perfil.

    Tania says:

    No puedo verlo porque no tengo yahoo ni gmail. Que hacemos?

    Unknown says:
    Questo commento è stato eliminato dall'autore.
    C.E says:

    Ok ahora te escribo

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