Anoche, en la inauguración de Berbedel, charlamos con Charly Gr. sobre el catering (mientras nos clavábamos el décimo chip con jamón, queso y tomate), en particular sobre el pebete porteño (pero no de los dulces muchachos sino literalmente de la delicia de panificación esa que con jamón y queso acompaña tardes de facultad, almuerzos rápidos de microcentro o cafés con leches de cafetines porteños) Dije: "No hay caso, los panaderos neuquinos no saben cómo hacer un buen pebete, en cambio en la provinica de Bs As son todos especialistas". Más allá de la poca intensidad de mi reflexión, tuve una pequeña epifanía de mi amor por ciertas cosas bonaerenses que no cambio por nada. Si habremos pateado con mamá panaderías neuquinas y rionegrinas buscando el ideal, el Pebete, la ballena blanca del goloso adepto a la panificación. Pero siempre eran demasiado sosos, o secos (problema atribuible, claro, a una cuestión climática); nunca esa cobertura semidulce que le da ese toque agridulce, nunca esa miga tan rica. Terminábamos resignándonos al pan francés y esperando vistar Buenos Aires para llevar una buena dotación y ponerla en el freezer.

2 Response to " "

  1. charly says:

    listo, ahor comprendo mejor el panorama de pbt´s a nivel nacional, muy kirchnerista

    C.E says:

    ja, bueno, es mi humilde aporte a la comprensión de la economía nacional

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